Los amargos 150 de John

neoreview

El glorioso Alan Moore lo definió a él, pero él redefinió todo un género. Ingles, ocultista, enigmático, pragmático, mentiroso, inescrupuloso, grosero, tramposo, vicioso, un flor de hijo de puta, ¡bah!. Si la cosa se pone espesa y hay seres sobrenaturales de por medio, seguro que el sacara las papas del fuego. ¿Como puede un tipo común y corriente hacerle el aguante a espectros, vampiros y demonios sin morir en el intento? Ese es apenas uno de los muchos secretos de Hellblazer.

Aquí les dejo, una mirada a los primeros 150 numeros de Hellblazer, escrita por Por Andrés y Diego Accorsi (revista Comiqueando # 49)

Un Bufón En La Corte Del Rey Verde

John Constantine apareció por primera vez en Swamp Thing (2° serie) n° 37 (Jun.85). Alan Moore, ilustre guionista de esa inolvidable etapa de Swampy, asegura haberlo creado a pedido de los dibujantes, Stephen Bissette y John Totleben quienes, cebados a full con The Police, querían tener en la serie a un personaje con los rasgos de Sting.

Moore andaba con ganas de incorporar un místico a la saga de Swampy y encontró en ese loquito con rasgos de rockstar la alternativa al típico mago circunspecto, fino y elevado (ya sea por su poder, su fama o su fortuna) muy por encima de la gente normal. John sería un brujo de clase baja, una rata de ciudad preparada para moverse con éxito entre las miserias no sólo del alma, sino también de la sociedad.

Con esto en mente, Moore convirtió a Constantine en eje central de la espectacular saga conocida como American Gothic, a lo largo de la cual el tipejo desprolijo y guarango demostró tenerla mucho más clara que esa criatura cuasi-celestial que gobernaba no sólo los pantanos de Louisiana, sino incluso el Verde todo. Al público le encantó y, obviamente, pidió más. Poco después, con Watchmen ya en las bateas, Moore presentó un proyecto a DC titulado Twilight of the Superheroes, una saga apocalíptica, con amplia repercusión en todos los títulos y con un rol protagónico reservado para Constantine, quien recibiría su serie regular como spin-off de la saga en cuestión.

DC jamás aprobó Twilight… (aunque decenas de editores y guionistas «abrevaron» en ella durante los años posteriores) y pronto estalló el conflicto entre el guionista y la editorial, a raíz de las regalías generadas por el merchandising de Watchmen. Cuando la coordinadora Karen Berger decidió que, pase lo que pase, Constantine debía tener su propia serie, Moore no quiso siquiera sentarse a conversar.

Para empeorar aún más las cosas, el título elegido por DC para la serie, Hellraiser, ya estaba registrado por el novelista Clive Barker. Bloody Hell!

Un Punk En La Inglaterra Conservadora

La adversidad no hizo temblar ni por un minuto las convicciones de Karen Berger. A falta de Hellraiser, la serie se denominó Hellblazer (suena parecido, ¿no?), y a falta de Moore, Karen se mandó la Gran Len Wein: avión a Londres y a importar guionistas ingleses. El elegido fue Jaimie Delano, casualmente sucesor de Alan Moore en Captain Britain, una de las tantas series británicas en las que descolló el barbon antes de recalar en DC. El dibujante también tenía pasaporte inglés y una interesante trayectoria en las islas: John Ridgway. Con fecha de tapa de Enero 1988, Hellblazer estaba a punto de encender una llama que hoy, 24 años más tarde, todavía arde a full.

Poco y mal traducida al castellano, la etapa de Delano es donde realmente el personaje de Constantine cobra su actual dimensión. Despegado de su rol de secundario con onda, Hellblazer incorpora a lo largo de estos años una profunda dimensión social: lejos de los pantanos (y de la grandilocuencia de American Gothic), las historias de Delano ubican a John (todavía con el saco entre la camisa y la gabardina) en ambientes cerrados, oscuros, decadentes. Los demonios están ahí, pero integrados a una sociedad corrupta desde la médula o, mejor dicho, desde el poder. Delano no para un minuto de bajar línea contra Margaret Thatcher y se mofa lo indecible de la familia real y la corona británica.

La primera saga presenta a Chas Chandler (eterno segundón y amigo fiel) y a un personaje genial, Papa Midnite, mientras John viaja de New York a Africa para vencer al demonio Mnemoth. Después combate a los yuppies del infierno y en el n°4 debutan tres secundarios con chapa: Cheryl Masters (hermana de John), Gemma (la sobrina) y Zed, una brujita muy cool. A partir del n°6, el villano excluyente es el demonio Nergal, rodeado con neo-nazis en una siniestra conspiración. Otro amigo de John de su Época punk, Ritchie Simpson, pasa de capo de las computadoras a alma en pena que vaga por un limbo virtual o, como le decimos ahora, el cyber-espacio. Ya en la lona, Constantine recibe una transfusión de sangre del propio Nergal, un detalle para nada menor. John aprovecha el epílogo de esa saga (n°9) para festejar su cumpleaños n°35 y de ahí nos vamos a la SwampThing n°76, donde Abby y su elemental consorte requieren la ayuda de John para concebir a su retoño.

En el n°10 debuta un dibujante de alto impacto, Richard Piers Rayner, mientras John pone el hombro (por no decir otra cosa) para que la simiente elemental de Swampy llegue a fecundar a su esposa humana. De esa extraña unión triangular nacería meses más tarde la encantadora Tefé. Y nos vamos a un flashback a 1978, donde un joven Constantine llega a Newcastle a practicar magia con sus amigos Lástima que a Nergal se le ocurre hacerles una pequeña joda y la experiencia termina en tragedia

(ver mas abajo). Ya en el presente, y con la ayuda del cyber-Ritchie y los extraños Agony y Ecstasy, John logra acabar con Nergal de una vez y para siempre. Tal vez así logre acallar a los fantasmas de Newcastle.

Entre los números 14 y 22 se desarrolla la que seguramente es la peor saga en la historia de Hellblazer: Fear Machine. Innecesariamente larga, la historia nos muestra a Constantine perseguido por la policía, hasta que encuentra refugio en una comunidad hippie y se hace amigo de Marj (en realidad, más que amigo) y su hija Mercury, una joven con gran potencial para la magia. Mercury cae en manos de una corrupta y poderosa logia masónica y John debe enfrentarse a su líder, un demonio en forma de serpiente, a quien vence con ayuda de la brujita Zed. En el medio de la saga, además, Rayner deja la serie y lo reemplaza Mark Buckingham.

Tras un unitario horrendo y el Annual 1 (donde Delano combina a la perfección los mitos del Rey Arturo con un flashback a 1982 que gira en torno a la Guerra de Malvinas), llegamos al n°24, donde arranca una nueva saga, Family Man, pero se corta. Le siguen dos numerazos de Grant Morrison y David Lloyd y el mejor unitario de la historia de este título, Hold Me (n°27), a cargo de Neil Gaiman y Dave McKean (!). Y después sí, entre el 28 y el 31 todo pasa por Family Man y el encuentro final entre John y su padre, Thomas, muerto a manos de un asesino serial. Le siguen una despareja colección de unitarios (bien dibujados por Steve Pugh, o por Sean Phillips, según los números), entre los que destacamos, sin duda, el n°35, un flashback a 1961, con hermosos momentos de la infancia de John.

El n°39 es la despedida de Constantine con Marj y Mercury y trae impactantes revelaciones sobre el nacimiento de John, la muerte de su madre y el shockeante destino de quien debió haber sido el hermano mellizo del antihéroe. Delano se despide en el n°40 y lo hace a lo grande, con una biografía de Constantine magníficamente ilustrada por Dave McKean. El chaboncito que se parecía a Sting y le daba baile a Swamp Thing era ahora un personajón con todas las letras, listo para vivir una Época de gloria, de esas que marcan a fuego a una serie, a un momento, pero también a una generación de comiqueros.

Un Bastardo En Las Puertas Del Infierno

Estamos en Mayo de 1991 y un pibe irlandés de veinte años se hace cargo de los guiones de la serie: Garth Ennis, un tremendo bastardo. Ya desde su primera saga, Hábitos Peligrosos, redefine a Constantine, presenta nuevos amigos, a Kit Ryan

(Quien será LA mujer de John), y a quien será el más peligroso adversario de toda su etapa: el First of the Fallen o, como le decimos nosotros, el Demonio. A lo largo de los seis primeros números, con feos dibujos de Will Simpson, Garth demuestra que es un verdadero capo y en uno de los finales más originales en un comic, Constantine vence a un cáncer terminal de pulmón (adquirido por fumarse más de un atado de puchos por día) y hasta se mofa de la Tríada Infiernal:

Hice trampa. Me reí en la cara del Diablo, cuando toda la gente sólo puede sucumbir. La lluvia me baña, cada gota como culpa líquida, me empapa en mi propia maldad. No es una carga agradable, pero por lo menos estoy acostumbrado. Porque eso es ser yo. Ser John Constantine«.

Los números 47 y 48 cuentan una muy buena historia de fantasmas y el 49 es un unitario navideño que presenta a Arcadian, el Señor de la Festichola con dibujos a cargo de un amigo de Garth: Steve Dillon. En el número 50 vuelve Will «madera» Simpson para presentar a otro enemigo majestuoso: El Señor de los Vampiros.

“-Vamos, John. Podemos hacer grandes cosas juntos. Podemos crear algo nuevo y oscuro y bello. Y esos estúpidos nunca van a pararnos con su estúpida magia maldita. Hay todo un mundo ahí afuera… Y estoy hambriento.

-Si estás tan hambriento, ¿por qué no comes mierda?«.

El 51 es un relleno de John Smith y Sean Phillips bastante atrapante y, del 52 al 55 Garth y Simpson presentan una tetralogía espeluznante: Sangre Real, que marca la entrada de otro grande a esta serie, el portadista Glenn Fabry. El Príncipe Carlos es poseído por Calibraxis, el mismo demonio que poseyera al médico de la Reina Victoria y asesinara putas con el seudónimo de Jack el Destripador.

«-Querías poner a un demonio en el trono, Marston. Eres un lunático de mierda…

-No, Constantine. Soy un patriota«.

El 56 es un buen unitario con dibujos de David (V For Vendetta) Lloyd; 57 y 58 marcan el regreso de Dillon a los dibujos para una historia doble impresionante. Entre el 59 y el 61 se desarrolla la saga que cuenta el romance entre un ángel y Elle, un súcubo (demonio con rasgos femeninos), una idea que luego Ennis volvería a usar en Preacher.

«-Chantinelle buscó tentarme…

-Y tú transformaste la lujuria en amor. Y ahora ella tiene un bollo en el horno, ¿eh? ¿No tienen forros en el Cielo?».

Para el 62 se incorpora oficialmente el dibujante principal de la etapa Ennis: Steve Dillon. En el número 63, Constantine cumple 40 años y lo festeja con amigos. Entre ellos, tal vez para festejar que la revista pasa a formar parte de la línea Vertigo. Vienen invitados especiales del Universo DC, como Zatanna, el Phantom Stranger y Swamp Thing, quien habilita marihuana para todos. La saga que se extiende entre el 64 y el 66, Miedo y Odio, muestra a Constantine como un hijo de mil puta que arruina al ángel Gabriel, pero su vida turbulenta ahuyenta a Kit y John queda destrozado.

«-¿Por qué será que, cuando la gente como tu ve algo puro y bueno y bello… lo tiene que patear y arrastrarlo por el barro?

-Si tienes que preguntar, nunca lo vas a saber«.

Su vida pierde sentido y va cuesta abajo, hasta convertirse en un vagabundo borrachín, tirado en las calles pidiendo limosna, que así y todo, acaba con el Señor de los Vampiros (nº 68-69). En el 70, Garth presenta la familia de Kit (que se volvió a Irlanda) y ahí engancha el Hellblazer Special, con una historia cruel y aterradora y unos pin-ups alucinantes. En el número 71 John vive una experiencia más allá de la muerte y decide retomar su vida anterior a Kit. Lo primero que hace es ir a los Estados Unidos y allí se desarrolla la saga Damnationís Flame (n° 72 a 75), en la que Constantine es embrujado por Papa Midnite y recorre una America fantasmal y terrible, acompañando a un recién asesinado J.F.K., cuya materia gris va chorreando por el agujero de su cráneo.

«-Te estaban volando de vuelta a Washington después de Dallas y LBJ y sus amigos estaban de fiesta… Quiero decir, Él es el presidente ahora. Está en la re-puta gloria.

Entonces, en el medio de esto, uno dice «¿Dónde está Johnson?» y lo buscan por todos lados en el avión y no lo pueden encontrar… Eventualmente uno mira en el pedacito en el que te tienen a vos, y ahí está… Alegre como un pedo, cagándose de risa y cogiéndote por el agujero de la parte de atrás de tu cabeza. Y está diciendo «¿Quién se ríe ahora, Jack? ¿Quién se ríe ahora?«.

El 76 y el 77 son unitarios, el segundo con dibujos de Peter Snejbjerg. El número 78 marca el inicio de la saga final de la era Ennis, Rake at the Gates of Hell. Es el último enfrentamiento entre John y el Demonio con todos los amigos de Constantine en el medio y Londres al borde del estallido social más caótico del siglo. No les voy a decir cómo, pero ustedes ya saben que el más bastardo siempre se salva.

«-¡No te rías de mí, pequeño bastardo! ¡Traté de hacer lo mejor!

-Eso es lo que dicen todos! Eres sólo otro perdedor que pensó nos iba a llevar a su Tierra Prometida. Y de pronto, te avivaste de que te tomaron por pelotudo desde el principio: ¡hiciste un negocio de mierda! Ahora no me vengas llorando a mí, ¡carajo!

-¡Pedazo de mierda! ¿Quién diablos te crees que eres?«

De esta manera, el mejor equipo creativo de todas las etapas de Hellblazer (Ennis, Dillon y Fabry) cierra todo y se va a Preacher, a seguir divirtiéndose y contando grandes historias.

Un Alma En Busca De Redención

Ya sin el equipo que había llevado a Hellblazer a la cima, llega el n°84, excelente unitario en el que regresa -por una sóla vez- Jaimie Delano y donde debuta como dibujante titular Sean Phillips, quien ya había pasado brevemente por la serie. El reemplazo de Ennis aún no está decidido, y Eddie Campbell llega para escribir cuatro números y ver qué onda. Su saga, Warped Notions, resulta un plomazo y el guionista elegido a largo plazo es un inglés con mucha más trayectoria como editor que como guionista, el hoy famoso Paul Jenkins.Jenkins debuta en el n°89 (May.95), con una buena saga en la que Constantine viaja a Australia y se familiariza con los mitos aborígenes. Pronto incorpora al personaje secundario más representativo de su etapa: Rich «el Punk» Eldridge, viejo compañero de tropelías de John (allá por el ’78), que ahora tiene esposa (Michelle) y un hijito, Syder.

El primer gran bolonki estalla en el n°92 (primera parte de la saga Critical Mass), cuando regresa el First of the Fallen, esta vez aliado con el demonio Buer, quien posee a Syder. En los distintos bandos aparecen el Phantom Stranger, Aleister Crowley (un ocultista que existió en la vida real y quien gustaba denominarse «el hombre más maligno del mundo»), una reencarnación de Robin Hood, y Jack Green, un vegetal con forma humana, fiel súbdito de Swamp Thing y guardián de Abaton, refugio de mitos y leyendas. Constantine no sólo libera a Syder, sino también a Astra (como para cerrar un cavo que venía de lejos), pero le sale caro. Debe entregarse al First y lo caga de un modo genial: separa su ser en dos Constantines y pone en uno toda su parte de mierda, su mala leche, sus miedos, sus fobias y, de paso, la sangre de Nergal y su amor por Kit. Obviamente, el Constantine-podrido se va al Infierno.

Tras unos unitarios menores (dibujados por Phillips como los dioses), llegamos al n°100. John está en un extraño coma místico, causado por la falta de sangre de demonio en sus venas. El First of the Fallen se le mofa y Constantine tiene un encuentro astral con el espíritu de su padre (hasta ahora en el limbo), quien le revela que fue Él quien mató a su madre. Entre aliviado y enfurecido, John condena el alma de Thomas al Infierno y, satisfecho por ahora, el First lo deja seguir vivo.

Las cosas no son fáciles para John sin su faz corrupta y, tras verse cara a cara con todo lo que Él mismo desechó, desciende al Infierno. Allí se encuentra con Elle y pronto se enroscan en una de las escenas de sexo más tórridas de la historia del comic. En ese acto de corrupción, John se reencuentra con toda su mala leche y, tras el pucho de rigor, se va y deja a Elle en banda, muy, pero muy caliente.

La siguiente saga fuerte es Last Man Standing (n°s 110-114), donde John comienza su noviazgo con Danita Wright, una periodista yanki de raza negra que raja la tierra. Rich y Michelle esperan otro hijo y quieren que John sea el padrino. Mientras tanto, extraños movimientos sacuden a Inglaterra y parece que se destruirá.

Detrás de la habitual maraña de conspiraciones está el inmortal Myrddin (que no es otro que Merlin), quien captura a Rich, Michelle y Danita. Constantine sale airoso una vez más (esta vez con la ayuda de Jack Green, la cabeza de Bran y el sacrificio de un amigo, Dez) y se entera de un secreto que lo shockea: Rich es el último descendiente del Rey Arturo, quien piensa reencarnar en el hijo que Michelle lleva en su vientre, es decir, su futuro ahijado! El niño nace en el n°118 y el 120 marca la despedida de Sean Phillips, en un número con muchísima introspección, donde aparecen Death (sí, esa Death), Jenkins, Phillips y hasta Alan Moore. John cierra el festejo de sus 10 años al frente de Hellblazer con una frase brillante.

«La realidad es apenas una historia que cobró vida propia«.

En el n°121 se incorpora el dibujante Warren Pleece, justo para el inicio de Up the Down Staircase, una saga que nos lleva de nuevo a EEUU, donde John conoce a la familia de Dani. Pero claro, en un barrio de clase media baja, la violencia está a la orden del día y, como a las armas las carga el Diablo, el First of the Fallen manipula a los parientes de Dani para que se maten entre ellos.

«No me divertía así desde que los romanos se culeaban entre ellos hace algunos milenios», afirma el maligno.

Buena parte del bolonki en cuestión gira en torno a Pammie, una chica muerta de un balazo en el bocho, que vaga como un alma en pena. Pero he  aquí que Pammie no es otra que Elle, la súcubo,que viene a vengarse de John. En la saga How to Play with Fire (n°s 125-128), todos los plots y subplots de la era Jenkins convergen hacia un gran final. El hijo de Rich recibe bautismo, regresa Buer, Abaton queda al borde de la desaparición, reaparecen Crowley, el John-podrido y hasta Gemma, la sobrina de John, todos para darle categóricamente la espalda al antihéroe, obviamente manipulados por Elle. Constantine recurre al First of the Fallen, a quien le entrega el alma (una vez más) a cambio de que liquide a Elle. Con el súcubo eliminado, John visita a Tom, un viejo medio croto que vive en el bosque y que no es otro que Dios, quien libera a las almas de sus amigos de la influencia de Elle. Pero ya es tarde. Rich sabe que su hijo será vital para el futuro de Inglaterra y se da cuenta de lo peligroso que es dejarlo cerca de John. Danita, convencida de que entre John y Elle hubo más que un combate místico, también lo deja.

Esta vez no muere nadie, pero lo que debió haber sido una gran victoria, termina por ser la derrota más amarga en la historia de Constantine. El tipo trató de hacer las cosas bien, pero cuando hay tanta mierda en el medio, no siempre se puede. Mientras tanto, con 40 lindos números a sus espaldas, Paul Jenkins se despide y se va a Marvel, a dar vuelta como un guante a los queridos Inhumans.

Tres Zarpados Fuera De Control

Dos de los tres miembros de la mejor etapa de la serie, el guionista Garth Ennis y el portadista Glenn Fabry, vuelven al ataque, junto al mediocre dibujante John Higgins, para la saga Son of Man, que se extiende entre los n°s 129 y 133. Innecesariamente extensa, la historia muestra a Constantine metido en un baile que Él mismo provocó cuando, años antes, invocó a un demonio para que habitara el cuerpo del hijito de un poderoso capo de la mafia.

Ahora el nene creció y se vino la noche para todos, pero John y Chas ponen todo para frenarlo. Siempre con Higgins al lápiz, se anuncia con bombos y platillos la llegada de un nuevo guionista titular, el impactante Warren Ellis, cuya primera saga, Haunted (n°s 134-139), también se extiende más de la cuenta. John redescubre el aspecto místico de Londres, mientras rastrea a Josh, un perverso hechicero responsable de la muerte de Isabel, una ex-novia de Constantine. Luego, Ellis se embarca en una serie de unitarios, cada uno más amargo, tortuoso y escabroso que el anterior. Frank Teran, Tim Bradstreet, Javier Pulido y Marcelo Frusin acompañan perfectamente a Ellis (a pesar de tener estilos muy diversos) pero el sueño llega rápidamente a su fin.

El unitario escrito para el n°144 (Shoot, dibujado por otro genio, Phil Jimenez) gira en torno a una matanza en una escuela, donde el asesino serial era un alumno. La realidad supera a la ficción y, a raíz de un resonante caso de tiroteo en una escuela pública que costó varias vidas, DC decide no publicar Shoot y Ellis pega un portazo. Rápidamente sacan las papas del fuego Darko Macan (el primer guionista no inglés en mojar en esta serie) y Gary Erskine, en una linda saguita de dos partes (n°s 144 y 145) que le da aire para arrancar al nuevo equipo creativo.

Garth Ennis, Warren Ellis y… ¿qué otro guionista es sinónimo de mala leche, guarangadas y violencia al por mayor?.  Adivinaron: Brian Azzarello, un yanki que forma equipo con otro yanki (el primer equipo sin autores ingleses en la historia de Hellblazer), nada menos que el legendario Richard Corben. Azzarello y Corben se embarcan en una saga de seis episodios titulada Hard Time, que nos muestra a Constantine en una cárcel de los EEUU, condenado a 35 años de prisión por un asesinato que no cometió. La penitenciaría es un marco ideal para un despliegue de mala leche y depravación como nunca se vio en las páginas de un comic. El dibujo de Corben (oscuro, grotesco, burlonamente escalofriante) resulta ideal para una historia totalmente descontrolada en la que Constantine renuncia al truquito de «prefiero intimidar a demostrar mis poderes» y saca hechizos a cuatro manos, hasta convertirse en rey absoluto de una cárcel que asustaría al propio First of the Fallen. A cambio de su libertad, John calma los ánimos de una turba de presos endemoniados y se va.

Para su segunda saga (Good Intentions), Azzarello incorpora a otro dibujante americano, pero más del sur: nuestro amigo rosarino Marcelo Frusín. Los seis números de Good Intentions componen una especie de road movie en la que John, solo y varado en los inmensos EEUU, recorre rutas, caminos y pueblitos mientras le caga la vida a viejos conocidos y pobres incautos que no tenían idea de su corrupta existencia. La etapa Azzarello parece concentrarse en avanzar al personaje hacia los abismos de la maldad más aberrante, en lugar de indagar en el pasado de John, como lo hicieran Jenkins y Delano, en cuyas etapas son habituales los flashbacks. Veremos si Azzarello, además, se decide o no a reunir a John con los personajes secundarios que supo acumular en años anteriores (los seis o siete que siguen vivos, claro), una veta que Warren Ellis (su antecesor) afirmaba que no le interesaba explorar.

Con 24 años de publicación ininterrumpida y más de 250 números con un promedio de calidad muy difícil de alcanzar, lo que empezó como un raro spin-off de Swamp Thing terminó por convertirse en el título más longevo de Vertigo (y octavo en el total de títulos de DC) y en una de esas series donde todo puede pasar, a tal punto que cada autor que logra una interpretación convincente del personaje, se consagra y recibe ofertas para trabajar en proyectos de alto perfil. No te digo que te hagas amigo, porque el tipo se dedica a estafar espíritus y porque es conocida su tendencia a atraer, cual imán maléfico, la desgracia y la muerte hacia quienes lo rodean. Pero si te caben los antihéroes jodidos y manipuladores, déjate hechizar por Hellblazer.

Tu Pasado Te Condena

John Constantine nació en Liverpool, en 1953. Segundo hijo de un matrimonio de clase trabajadora (su hermana, Cheryl, le lleva siete años) el nacimiento de John fue problemático: Thomas, el padre, golpeaba a menudo a la madre, Mary Anne, tratando de causarle un aborto y terminó por causarle la muerte.

Además, antes de salir del vientre de su madre (quien falleció durante el parto), John acabó con la vida de quien debió haber sido su hermano mellizo.

Desde chico, su padre lo responsabilizó por la muerte de su madre y su infancia fue sumamente dura e infeliz. Su juguete favorito fue el corazón de un chico muerto, que encontró disecado en un baldío. Un chico al que conoció un día (casualmente llamado Nergal) le convidó su primer cigarrillo a la tierna edad de nueve años. Pronto se empezó a interesar por la magia y el ocultismo: a los 14 años le echó una maldición a su abusivo padre, condenado a morir lentamente. Obviamente, la relación entre ambos empeoró y John llegó a escaparse de su casa dos veces. En ambos casos huyó a Londres y la segunda vez, a los 17, se quedó en la casa de su gran amigo Chas.

En pleno auge del punk, John trabó amistad con varios músicos, entre ellos su viejo compañero de escuela Gary Lester, y formaron una banda llamada Mucous Membrane, que llegó incluso a grabar un single en los álgidos días de 1978. John se fue volcando más y más hacia la magia y comenzó a practicar exorcismo e invocación de espíritus.

Un día llegó a Newcastle acompañado de sus amigotes con el objeto de invocar a un demonio. Pero todo sale mal y, además de varias muertes, John carga en su conciencia el hecho de haber condenado al Infierno el alma de una chica, Astra Logue, todo esto cortesía de Nergal, el demonio a quien trataban de invocar. Trastornado por la experiencia, John es recluído en el neuropsiquiátrico de Ravenscar, donde permanece dos años.

Cuatro años después, se lo da por muerto (tras otro exorcismo frustrado) y hasta se realiza un funeral, en el cual John reaparece, más vivo que nunca. Poco después cobra conocimiento de una gigantesca crisis que afectará al plano espiritual y se decide a reclutar para su causa al poderosísimo Swamp Thing, a quien le revela su condición de Elemental de la Tierra y la existencia del Parlamento de los Árboles. De ahí en más, su historia se desarrolla a lo largo de los comics que hemos repasado en esta nota. ¡Ah! Y en algún momento no muy definido de su vida, el muy tránsfuga se transa a la mismísima Zatanna.

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